sábado, 30 de junio de 2012

Contra el bono basura y la intervención, no más patadas hacia delante. (Política, Economía. 767)

Daniel Lacalle explica con mucha claridad (muy didáctico para todos los públicos) sobre las medidas de rescate recientes en España y sus implicaciones respondiendo cuestiones que exigen y se plantean desde diversos ámbitos. 


El artículo es de Cotizalia:

"La estrategia de España e Italia de acorralar a sus socios en la cumbre de la Unión Europea ha sido un golpe maestro. Y nos da tiempo. Desafortunadamente, su impacto sobre el bono a 10 años, al 6,25%, y la prima de riesgo, que sigue alrededor de los 475 puntos básicos, ha sido modesto.
¿Por qué? porque no deja de ser un parche. Como decía un twit “una solución decisiva, con un dinero que no existe, para comprar deuda que no será repagada usando un mecanismo que no está aprobado”. Lo intentaré explicar de la manera más sencilla posible.

¿Por qué más incertidumbre?

Preste el dinero el organismo que queramos, el BCE, el EFSF o el ESM, estos se tienen que financiar a su vez en el mercado secundario -con capital de inversores extranjeros, fondos soberanos, etc-. Estos inversores, que se juegan su dinero o el de sus países, ven que las estructuras legales, mandatos y límites de estos mecanismos se debaten, amenazan y rediseñan casi cada mes, lo cual genera una incertidumbre tremenda y, por ello, ni el EFSF, ni -al tiempo- el ESM, entran en los índices –‘benchmarks’- que usan los fondos para decidir dónde invertir. En pocas palabras, amenazando las estructuras legales que cimientan estos mecanismos también echamos y asustamos a los inversores –financiadores- que son lo que más necesitamos. ¿Invertiría usted en un fondo donde cada mes amenazan con cambiarle el folleto?

Hemos hablado en semanas anteriores de las enormes dificultades que tienen estos mecanismos. El BCE está endeudado ya en una cantidad superior al 30% del PIB de la eurozona, comparado con un 20% de la Fed o el Banco de Inglaterra. Los países que contribuyen a estos mecanismos y al Banco Central están extremadamente endeudados. Además, cada vez quedan menos “contribuyentes", según aumenta el número de países con problemas. Portugal, Grecia, Irlanda, España… y Chipre, que tras cuatro años en la UE, necesita un rescate de 10.000 millones, con un PIB de 18.000 millones.

Francia ya tiene un 89% de deuda pública sobre PIB, España sorprendió negativamente el martes con un déficit muy superior al esperado -ya, para todo hay explicaciones-, el riesgo de impago alemán sube un 30% en un mes y, además, casi todas las economías de la eurozona están en recesión o estancamiento, mientras sube la deuda. Vamos, que no hay dinero para seguir con la estrategia del avestruz y de la patada hacia delante y mucho menos para hacerlo desde la UE aislada del mundo.

¿Por qué no baja más la prima de riesgo?

La prima de riesgo es el reflejo del mercado secundario de deuda, es decir, del apetito inversor adecuado a un riesgo de impago. Por mucho que se introduzcan medidas de intervención, si el inversor no ve en los números, de manera fiable, constatable y consecutiva que la economía y la capacidad de repagar la deuda mejora, no va a comprar bonos. Por eso, el viernes se veía un flujo vendedor de 3 a 1 contra compradores de bonos.

Imagínense una empresa cotizada que va mal y un accionista mayoritario compra un 5% en un movimiento defensivo. El precio de la acción se estabiliza durante unos días, pero después sigue cayendo porque los inversores institucionales siguen sin confiar en la estrategia y, sobre todo, en los números que publica la empresa. El mismo efecto de la caída de la acción es el de la subida de la prima de riesgo tras el efecto placebo de compras del BCE. Falta de confianza.
No valen las palabras y las buenas intenciones. Hasta que España SA no publique cifras de mejora de su calidad crediticia que sean claras, inequívocas y sostenibles no vamos a ver la prima bajar sustancialmente.



¿Entonces no nos atacan?

No nos compran la deuda. Eso no es atacar. Es no comprar. Debemos analizar por qué un inversor en bonos, que son los que buscan el menor riesgo y el mayor plazo, prefiere comprar bonos al 0% de rentabilidad -los alemanes o suizos- antes que bonos con el 6% de rentabilidad -los españoles-. Porque les preocupa más si el principal (su capital) se les va a poder devolver. Y si dudan, exigen una rentabilidad que compense ese riesgo que hoy al 6% no les parece lógico. Hemos destruido nuestra credibilidad con cambios de cifras de déficit, promesas incumplidas y datos escondidos durante años, y ahora hay que atraer esa confianza con realidades.

Verán ustedes, los inversores en bonos no distinguen entre un partido u otro, o un gobierno u otro. Es una cuestión de Estado. Y si el Estado, las autonomías y sus cifras no cumplen, el inversor no pone su capital. ¿Lo haría usted? ¿Invertiría en deuda de un país donde las cifras no se cumplen o se maquillan? Esto es lo que tenemos que solucionar, ya. Cercenando gastos.

¿Pero no tenemos menos deuda que Japón?

La prima de riesgo de España no es superior a otros países por casualidad. No es la deuda sobre PIB, que es un indicador engañoso -el PIB, entre otras cosas, “se hipertrofia” endeudándose para comprar cosas inservibles-. Lo que le importa al inversor es el deterioro de la capacidad de pago y la aceleración del mismo. Nuestra deuda se ha duplicado entre 2008 y 2012 y no se ha hecho lo suficiente para parar la escalada de gasto mientras los ingresos fiscales de “burbuja inmobiliaria” se pinchaban con ella. Pero los gastos de economía de burbuja se han mantenido todos. Sobre todo, las subvenciones y las administraciones públicas.

Imagínense ustedes que tienen una tarjeta de crédito por la que pagan un interés. Si sus gastos se duplican, pero sus ingresos se estancan y, lo que es peor, si sus ingresos pierden calidad y sostenibilidad -porque vienen de cambios esperados que nunca llegan-, primero sube el tipo de interés de la tarjeta y si no, recorta gastos, esos intereses aumentan el saldo de la tarjeta… y luego, se la cancelan. Y esto no significa que el emisor de esa tarjeta le esté “atacando”, simplemente que usted se convierte en un deudor poco fiable.

Por supuesto, mis lectores me dirán que es una salvajada y que un país no es una tarjeta de crédito y que “nos merecemos” que nos financien a un coste menor. Pues hagamos lo que hacen familias y empresas. Dejemos de endeudarnos y no tendremos que preocuparnos del saldo.

Que nos rescaten, y ya está.

¿Qué ocurre cuando le cancelan la tarjeta? Que debe usted acudir a un prestamista que le soluciona el problema de liquidez, pero le exige recortes y un interés alto. No sé si en España tienen ustedes esos anuncios de TV que dicen “reduzca sus pagos mensuales”. Aquí, en Inglaterra, proliferan. Por un lado, le consolidan las deudas en un pago mensual “cómodo” y, además, “para que disfrute de la vida”, le dan un poco más prestado. Y se llevan hasta los muebles si no paga.
Mi admirado Carlos Rodríguez-Braun dice siempre que el problema de usar la palabra “rescate” es que tiene una connotación positiva, casi humanitaria. Yo les recomendaría que cuando oigan la palabra la cambien en sus cerebros por “hipoteca” y cuando oigan BCE piensen en “prestamista”. Cambia mucho.

Algunos lectores me dicen que preferirían una intervención que nuestros políticos. No sé qué decirles. ¿Cambiar a unos señores que, para bien o para mal, hemos elegido, para traer a otros que no están elegidos ni en Bruselas y cuyo historial de éxito gestor es tan pobre como el de los nuestros? Hombre, si trajeran a gestores de probado éxito, todavía, pero…

La culpa es de Alemania por financiarnos la burbuja

Como me dijo el martes un parlamentario finlandés, “que yo le haya prestado a un amigo 1.000 euros y se los haya gastado en fiestas no significa ni que le siga teniendo que prestar, y más barato, ni que me deje de deber los 1.000 euros”. Responsabilidad tenemos todos, pero donaciones, pocos.

¿Pero qué hacemos si somos bono basura?

Las agencias de calificación, ya lo he dicho muchas veces, siempre llegan tarde y mal. A España, los inversores le han valorado el riesgo crediticio muy por debajo de donde está desde marzo de 2011. Ya conocen mi frase. Una agencia de calificación es un ente que le cobra a Paul McCartney para decirle que los Beatles se separan.
Primero, no somos bono basura. Pero de ese riesgo no se sale prometiendo ingresos que nunca llegan, que se lo digan a cualquier empresa calificada. Se sale recortando gastos y demostrando cifras mejores a las estimadas por el propio país.

¡Pero es que si recortamos gastos, baja el PIB!

Pues nada, endeudémonos para comprar chucherías inservibles hasta que tengamos el PIB de China produciendo lo mismo que hace seis años, a ver qué tal. Claro que baja. Pero baja mucho más la soga del endeudamiento. Se trata de cortar el gasto político, duplicado e improductivo que solo genera deuda y empobrecimiento. Decenas de miles de millones. Así, el efecto devastador sobre la economía se corta y se abre acceso a empresas eficientes.

¿Imprimir dinero?

Clamor. Que el BCE compre la deuda producto de nuestro malgasto y que la monetice, creando inflación. Lo hace EEUU que “solo” tiene una deuda de 50.500 dólares por ciudadano. Imprimir moneda en la UE, cuando el euro solo se usa en un 25% de transacciones mundiales, toma inflación interna que se iba a crear. Para empezar, habría que ver si nuestros socios aceptan ahogar al BCE. Pero me sorprende que la gente reclame inflación al “adecuado” nivel de 5% -oficial, porque la real seria del 8%-9%-, como en EEUU. Un éxito. Empobrecimiento popular para seguir endeudando al Estado. Si les parece que subir el IVA es un horror-y lo es- la inflación es lo mismo, pero de tapadillo y acumulativa.

Entonces no hay solución

Vaya que si la hay. Cercenar el gasto salvaje, las duplicidades, ser un país serio, abrir las puertas al mercado, dejar de creer que todo se arregla en la telaraña de clientelismo y deuda.

Esta semana escribí en el Wall Street Journal un artículo detallando los cuatro puntos que, en mi opinión, ayudarían a España a reducir su prima de riesgo. Ninguno de esos puntos es “solucionar un problema de deuda con más deuda”, y el acuerdo de la UE es eso. Da a España e Italia tiempo para acelerar y profundizar en las reformas, pero no es más que un préstamo.

Por supuesto que tendremos ayuda, y que saldremos de esta. Pero no volviendo al pasado como Huey Lewis & The News, sino olvidando la pesadilla de la orgía de deuda."

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear